En la actualidad - New Orleans
–Tú sabes, Peter, matar un alma absorbida por Daimon sin una
buena pelea es como sexo sin copular. Una pérdida de total tiempo y
completamente in... satisfactoria.
Peter gruñó ante las palabras de Vico mientras se sentaba en
una mesa de la esquina del Café Du Monde, en espera del regreso de la camarera
con su café negro de achicoria y beignets. Él
tenía una antigua moneda sajona en su mano
izquierda la cual hacía rodar entre sus dedos mientras escudriñaba la calle oscura delante de él y vigilaba a turistas y locales moverse errática y ligeramente.
izquierda la cual hacía rodar entre sus dedos mientras escudriñaba la calle oscura delante de él y vigilaba a turistas y locales moverse errática y ligeramente.
Habiendo desterrado la mayor parte de sus emociones mil
quinientos años atrás, Peter sólo se permitía disfrutar de tres alegrías:
mujeres fáciles, café de achicoria y llamadas telefónicas con Nico.
En ese orden.
Sin embargo en honor a la verdad, había ocasiones en que la
amistad con Vico significaba más para él que una taza de café.
Esta noche, sin embargo, no era una de ellas.
Se había despertado poco después del anochecer para
encontrarse patéticamente bajo en cafeína, aunque la teoría decía que los
inmortales no podían tener adicciones, él nunca apostaría a eso.
Apenas se había tomado el tiempo para colocarse un par de
pantalones y su chaqueta de cuero, antes de salir a buscar a la diosa cafeína.
La noche fría de Nueva Orleáns estaba desacostumbradamente
calma.
No había muchos turistas en la calle, lo cual era inusual
tan cerca de Mardi Gras.
Además, era la época principal de los Daimons en Nueva
Orleáns, pronto los vampiros estarían acechando a los turistas, haciéndolos
victima de un banquete abierto.
Por el momento, pensó. Peter estaba contento que estuviese
calmo así podía ocuparse de la crisis de Vico y alimentar el único deseo que no
gemiría.
–Hablando como un verdadero hombre del norte –dijo Peter en
su teléfono celular–. Lo que necesitas, hermano mío, es aguamiel, un vestíbulo
con chicas sirviéndote y vikingos listos para luchar por su camino al Valhalla.
–Cuéntame sobre eso –Vico estuvo de acuerdo–. Extraño las
buenas viejas épocas cuando los Daimons eran guerreros entrenados para el
combate. Los que encontré esta noche no sabían nada de pelea, y estoy
totalmente aburrido de la mentalidad: “mi pistola solucionará todo”.
–¿Te dispararon otra vez?
–Cuatro veces. Juro... desearía poder tener un Daimon aquí
como Desiderius. Me encantaría una buena pelea inescrupulosa una vez siquiera.
–Cuidado con lo que deseas, podrías obtenerlo.
–Sí, lo sé. Pero demonios. ¿Por una sola vez, no pueden
dejar de correr de nosotros y aprender a pelear como sus antepasados hicieron?
Extraño la forma en que las cosas solían ser.
Peter ajustó sus anteojos oscuros Ray Ban Depredador,
mientras miraba un grupo de mujeres caminando en la calle cercana.
Ahora había un desafío en el que él podría hundir sus
colmillos.
Bajo sus labios cerrados, paso su lengua sobre su largo
colmillo izquierdo mientras observaba a una bella mujer rubia vestida en azul. Ella
tenía una lenta y seductora forma de caminar que podía hacer sentir a un hombre
de mil quinientos años como un adolescente.
Él deseaba tanto un pedazo de eso.
Maldito Mardi Gras.
De no ser por la estación, él estaría colgando el teléfono a
Vico y corriendo tras ella para satisfacer sus deseos.
El deber. Cómo apestaba.
Dejó que sus pensamientos regresaran a la conversación.
–Te diré, lo que más extraño son las Talpinas.
–¿Qué son esas?
Peter echó otra mirada a las mujeres que rápidamente iban a
la deriva en su línea de visión.
–Cierto, ellas estuvieron antes de tu época. Siendo
mercenarios en el infierno de los Años Oscuros, solíamos tener unas animadas
escuderas cuyo único propósito era cuidar de nuestras necesidades carnales.
Peter inspiró apreciativamente mientras recordaba a las
Talpinas y el confort que una vez le habían proporcionado a él y a sus hermanos
cazadores.
–Hombre, eran geniales. Ellas sabían lo que éramos y estaban
más que felices de acostarse con nosotros. Diablos, ellas hasta se entrenaban
en cómo darnos placer.
–¿Qué les sucedió?
–Alrededor de cien años antes de que nacieras, un Dark
Hunter cometió el error de enamorarse de su Talpina. Desdichadamente para el
resto de nosotros, ella no pasó la prueba de Artemisa. Artemisa estaba tan
enojada, que se presentó y desterró a las Talpinas de nosotros, e implementó la
Oh maravillosa regla de solo-puedes-dormir-con-ellas-una-sola-vez. Ante la
violenta reacción, Acheron vino con la ley de nuca-toques-a-tu-Escudero. Te
digo, tú no has vivido hasta que has tratado de encontrar una noche decente en
los setecientos de Gran Bretaña
Vico bufó.
–Ese nunca ha sido mi problema.
–Sí, lo sé. Te envidio eso. Mientras el resto de nosotros
tenemos que alejarnos de nuestras amantes no sea que traicionemos nuestra
existencia, tú puedes actuar despreocupadamente sin temor.
–Créeme, Peter, no es tan acertado como debería ser. Tú
vives solo por elección. ¿Tienes idea que frustrante es que nadie te recuerde
cinco minutos después que te vas? –Nico exhaló un suspiro largo, cansado–. La
madre de Christopher se ha acercado tres veces en la última semana para encontrarse
con la persona con quien trabaja. ¿La he conocido por cuánto? ¿Treinta años? Y
no me deja olvidar esa vez dieciséis años atrás cuando volví a casa y llamó a
los policías porque pensó que había irrumpido en mi propia casa.
Peter hizo una mueca ante la dolorida voz de Vico. Eso le
recordó el por qué no se permitía sentir nada salvo placer físico.
Las emociones no tenían propósito en la vida y él estaba
mucho mejor sin ellas.
–Lo siento, pequeño hermano –le dijo a Vico–. Por lo menos
nos tienes a nosotros, y tu Escudero, quien no te puede recordar.
–Si, lo sé. Agradezco a los dioses por la tecnología
moderna. De otra manera me volvería loco.
pTER se movió en la silla plegadiza.
–No es por cambiar el tema, pero sabes a quién reacomodó
Artemisa en Nueva Orleáns para tomar el lugar de Kyrian?
–Oí que era Valerius –Vico dijo con incredulidad–.¿En qué
estaría pensando Artemisa?
–No tengo idea.
–¿Kyrian ya lo sabe? –preguntó ico.
–Por una razón obvia, Acheron y yo optamos por no decirle
que el nieto y viva imagen del hombre que le crucificó y destruyó su familia fue
reubicado en la ciudad, justamente calle abajo de su casa. Desgraciadamente, sin
embargo, estoy seguro que se enterará tarde o temprano.
–Hombre, humano o no, Kyrian lo matará si alguna vez se
cruzan sus caminos, no es algo a lo que necesitas hacer frente en esta época
del año.
–No me digas.
–¿Entonces, quién tiene la tarea del Mardi Gras este año?
–preguntó Vico.
Peter soltó la moneda en su mano mientras pensaba en el
antiguo esclavo greco-romano, que sería temporalmente trasladado a la ciudad
mañana para ayudar a batallar con la explosión de Daimons que ocurría cada año
en esta época. Zarek era un conocido cazador que se alimentaba de sangre
humana. Era inestable en el mejor de los casos, sicótico en el peor de ellos. Nadie
confiaba en él.
Y era simplemente la suerte de Peter tener a Zarek aquí, especialmente
desde que había estado esperando que una Cazadora Oscura viniera de visita. La
presencia de otro Dark Hunter podía agotar sus poderes, aún así, él prefería
tener una mujer atractiva para mirar que lidiar con la psicosis de Zarek.
Además, para lo que tenía en mente, él y la Cazadora no
necesitaban sus poderes de Cazadores Oscuros de cualquier modo...
–Están importando a Zarek.
Nico maldijo otra vez.
–No pensé que Acheron le permitiría alguna vez dejar Alaska.
–Sí, lo sé, pero la orden vino de Artemisa, ella lo quiere
aquí. Pareciera que tendremos una reunión de sicóticos esta semana... Oh
espera, es Mardi Gras Dun.
Vico se rió otra vez.
Por fin la camarera trajo su café y un plato pequeño con
tres beignets que estaban cubiertos con excesivo azúcar. Peter suspiró
apreciativamente.
–¿El café llegó?
–Oh, sí.
Peter tomó un sorbo de su café, lo dejó a un lado, y alcanzó
un beignet. Apenas había tocado el pastel cuando vio algo a través de la calle,
en el lado derecho de Jackson Square más allá de Pedestrian Mall.
–Ah, hombre.
–¿Qué?
–Mierda, Fabio a la vista.
–Hey, tu no estas demasiado lejos del tipo tampoco.
–Muérdeme, Vikingo.
Fastidiado por la inoportuna aparición, Peter observó al
grupo de cuatro Daimons acechando la noche. Daimons altos y rubio dorados que
poseían la divina belleza de su raza. Se contoneaban como pavos reales, borrachos
de su propio poder mientras observaban a los turistas que iban a matar.
Por naturaleza, los Daimons eran cobardes. Sólo defendían su
causa y peleaban contra los Cazadores Oscuros cuando estaban en grupos y sólo
como último recurso. Porque eran mucho más fuertes que los humanos, se
alimentaban abiertamente de ellos, pero deja a un Dark Hunter cerca de ellos y
corren para esconderse.
Hubo una vez un tiempo en que no había sido así. Pero las
nuevas generaciones eran más cuidadosas que sus antepasados. No estaban ni tan
adecuadamente adiestrados, ni eran tan ingeniosos.
Así y todo, eran arrogantes.
Peter estrechó sus ojos.
–Tú sabes, si fuera una persona negativa, estaría seriamente
molesto ahora mismo.
–Suenas molesto para mí.
–No, esto no es estar molesto. Esto es estar suavemente
perturbado. Además, deberías ver a estos tipos –Peter dejó su acento céltico
mientras inventaba una conversación para los Daimons. Él elevó su voz a un tono
antinatural–. Oye, grandioso George, creo que huelo un Dark Hunter.
–Oh no, Dick –dijo, bajando su voz dos octavas–, no seas
despreciable. No hay ningún Dark Hunter aquí.
Peter regresó a su falsete.
–Yo creo...
–Espera –dijo Peter, otra vez con voz profunda–. Huelo
turistas. Turistas con grandes... fuertes almas.
–¿Te detendrás?
–Hablo de “mancha de tinta” –dijo Peter, usando el
peyorativo término que los Cazadores Oscuros le daban a los Daimons. Se basaba
en la extraña marca negra que todos los Daimons desarrollaban en sus pechos
cuando pasaban de ser un Apolita a cazadores de humanos. –Demonios, todo lo que
quería era tomar un café y un beignet pequeño.
Peter le echó una nostalgiosa mirada a su bebida mientras
debatía qué debería tener prioridad.
–Café... Daimons... Café... Daimons...
–Pienso que en este caso es mejor que ganen los Daimons.
–Si, pero es café de achicoria.
Vico chasqueó su lengua.
–Peter queriendo ser tostado por Acheron por fracasar en
proteger a la humanidad.
–Lo sé –dijo con un suspiro altamente indignado–. Déjame ir
a eliminarlos. Te hablo después.
Peter se paró, deslizó su teléfono en el bolsillo de la
chaqueta de motorista, y clavó anhelosamente los ojos en sus beignets.
«Oh, los Daimons pagarían esto.»
Tomando un rápido trago de café que escaldó su lengua, rodeó
las mesas y caminó hacia los vampiros, que acechaban el edificio Presbiteriano
en construcción.
Con los sentidos de Dark Hunter alerta, Peter se encaminó al
lado opuesto de la plaza. Él les cortaría la cabeza y se aseguraría que pagaran
por sus formas de robar un alma.
Y por sus beignets no comidos.
[1]
Beignets: una pequeña torta de masa dulce recubierta con azúcar, tradicional de
Nueva Orleáns.
[2]
Mardi Gras: Fiesta tradicional en Nueva Orleáns, para festejar el Carnaval.
[3]
Mardi Gras Dun: un tipo de cafe
[4]
La frase en ingles: “Fabio Alert”: hace referencia al famoso modelo de tapas de
novelas Fabio: Alto, rubio, músculos trabajados. Nombre que usan para describir
a los Daimons.